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viernes, 14 de agosto de 2015

CELOS INFANTILES


Se trata de la imaginaria y sentida pérdida de afecto, en especial de la estima de la madre. Suele deberse a la llegada de un hermanito y a la aparente predilección de la madre por él. El primer hijo disfruta de la atención de sus padres de forma exclusiva pero cuando llega el hermanito pierde esa exclusividad, dando lugar a nuevos sentimientos. La alteración en su comportamiento es normal, pudiendo aparecer celos ante el bebé recién llegado. De los padres y de su entorno depende que este cambio en la estructura familiar se realice sin grandes traumas o que, por el contrario, se inicie un calvario para toda la familia.
Tanto durante el embarazo como posteriormente, el hermano mayor necesitará más atención, con el fin de disminuir en lo posible su sensación de desplazado. Durante el ingreso hospitalario, el hermano mayor puede visitar a la madre y conocer al bebé.
Tras el alta hospitalaria, ya en casa, no debéis olvidar que vuestro hijo mayor os necesita y, puesto que la madre estará más ocupada en los cuidados del recién nacido, el padre puede aprovechar este momento para reforzar la relación con el mayor. El niño necesita ahora más que nunca la seguridad y la confianza de sus padres;
Intentad mantener en lo posible las rutinas que seguíais antes del nacimiento del bebé: salida al parque, cuento antes de dormir, etc.

Vuestro hijo mayor verá cómo cuidáis al bebé, le dais la toma, le cambiáis el pañal, le bañáis, le vestís, etc. Puede pensar que si él vuelve a necesitaros para estas tareas, quizá paséis más tiempo juntos. Este comportamiento o etapa regresiva requiere que seáis comprensivos con él, reforzando las conductas ya aprendidas y haciendo que comprenda que a él le queréis tanto como antes y que ahora él va a ser el ejemplo a seguir para su hermano pequeño. Los mayores generalmente acaban aburriéndose en el papel del bebé si no se le da excesiva importancia a este comportamiento.


        MANIFESTACIONES DE CELOS:

  •  Reacciones de hostilidad y agresividad hacia el hermano: con golpes, mordiscos, pellizcos, empujones o cualquier maniobra para hacerle daño, sobre todo cuando el pequeño no está acompañado. A veces, alternan manifestaciones de protección con otras de agresividad. La hostilidad hacia la madre puede manifestarse en forma de desobediencia sistemática, mal humor o frases agresivas. O puede aparecer una agresividad no consciente, con pérdida de control esfínteres, desgana, tics nerviosos, etc.
  • Cambios de personalidad: se manifiestan en forma de excesiva adhesión o vigilancia de la madre, aislamiento, hablar poco, o como conductas de regresión e infantilismo tales como solicitar ayuda para comer o para el aseo personal. Los cambios de humor también pueden ser frecuentes y no sería extraño que vuestro hijo mayor pase en un instante de achuchar al bebé a querer dañarle físicamente en un arrebato de celos. Según su edad, puede no conocer las consecuencias de sus actos, y para evitar un daño mayor, es conveniente que inicialmente no dejéis al recién nacido solo con su hermano.
No todos los niños manifiestan los celos con rabietas, otros pueden desarrollar una verdadera depresión, con alteración del sueño y del apetito pasándolo en silencio e introversión.
    QUÉ HACER:
  • Debe evitarse el refuerzo de las actitudes regresivas: no deben reírse las “gracias” si estas son una regresión hacia conductas más infantiles.
  • Hay que evitar la comparación innecesaria entre hermanos. En la comparación siempre sale perdiendo alguien y el niño celoso se siente continuamente despreciado respecto a su hermano, que además de ser más pequeño, lo hace mejor.
  • El incremento de órdenes y exigencias actúa como factor de mantenimiento de los celos. Resulta chocante para el niño que, de pronto, se le exija que haga cosas que antes no eran de su competencia.

 Es más importante la calidad que la cantidad de tiempo que se pasa con el hijo mayor. Hay que buscar momentos en los que no haya interrupciones para que la relación sea productiva. Ambos padres deben involucrarse en la relación de los hermanos. Tienen que enseñarles a convivir, compartir, esperar su turno. Pueden utilizar actividades lúdicas que supongan interacción en el sentido de cooperación, respeto y tolerancia. Aunque es difícil, hay que hacer caso omiso de los comportamientos inadecuados provocados por los celos. Los padres han de saber que cuando el niño advierta su indiferencia, incrementará la intensidad y frecuencia de sus quejas. Es el momento de ser paciente y esperar que poco a poco vaya cediendo en su actitud. Puede usarse algún tipo de sanciones como, por ejemplo, el aislamiento en su cuarto durante un tiempo, no ver el programa de televisión, etc. Siempre que se utilice este tipo de sanciones hay que explicar al niño por qué le castigan, además de señalarle qué debe hacer para actuar correctamente. Durante el señalamiento hay que mantener la calma para mostrar al niño cómo se resuelven los conflictos sin el empleo de la fuerza y sin humillaciones.